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martes, 10 de febrero de 2009

EL ENEMIGO JUDIO


Por Fernando Rospigliosi, publicado en el diario La Republica (Peru) el 8 de febrero del 2009. Extraido del Blog "Un poco de sensatez!"

El antisemitismo está de regreso, a principios del siglo XXI. El 27 de enero se recordó el día del Holocausto, instituido por las Naciones Unidas para conmemorar el asesinato de 6 millones de judíos y de otros grupos en la II Guerra Mundial. Casi nadie lo tomó en cuenta, en medio de un furioso renacimiento del odio a los judíos.

La semana anterior, en Caracas, en un ambiente de hostilidad a los judíos, incentivado por el presidente Hugo Chávez y sus adeptos, fue atacada la principal sinagoga, en Maripérez. Los asaltantes profanaron los objetos de culto y pintaron “muerte a los judíos”.

El martes, la premier alemana Ángela Merkel criticó duramente a su compatriota el Papa Benedicto XVI (Joseph Ratzinger), que recientemente rehabilitó a varios obispos excomulgados, entre ellos a Richard Williamson, que ha negado públicamente el Holocausto y la existencia de las cámaras de gas.

En Alemania, negar o relativizar el Holocausto es un delito y se considera una forma de instigación al odio racial.

LA CONSPIRACIÓN JUDÍA

Un libro de Jeffrey Herf, historiador de la universidad de Maryland, EE.UU., arroja una interesante perspectiva sobre el antisemitismo: “El enemigo judío. La propaganda nazi durante la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto”. (Editorial Sudamericana, 2008).

Herf sostiene que el antisemitismo existente durante siglos en Europa no basta para explicar la política de exterminio total de los judíos que aplicaron los nazis.

La tesis básica de Herf es que Adolfo Hitler y los nazis creían realmente su propaganda: una conspiración judía mundial pretendía destruir a Alemania y a los pueblos arios.

Al igual que otros profesionales de la política basada en la paranoia “los nazis creían que habían descubierto profundos secretos de la historia y de la política modernas”. Y esos secretos eran que los judíos, los inventores del bolchevismo comunista, dominaban a la Unión Soviética, y simultáneamente al capitalismo plutocrático, controlando a Inglaterra, Estados Unidos y otros países.

Esas absurdas ideas, dice Herf, no sólo eran propaganda cínica, sino que realmente las creían.

EXTERMINAR, ANIQUILAR

El 30 de enero de 1939, en vísperas de la guerra que él desató, Hitler anunció sin ambages lo que sería su política: “Hoy quiero volver a ser profeta: si la comunidad judía que maneja las finanzas internacionales (…) lograra volver a hundir a las naciones en una guerra mundial, el resultado será (…) ¡la aniquilación de la raza judía en Europa!”.

A partir de ese día, Hitler y la propaganda nazi usaron términos inequívocos sobre lo que harían con los judíos: exterminarlos, aniquilarlos, destruirlos completamente, matarlos. Lo repitieron públicamente miles de veces, hasta su derrota.

Una evidencia que presenta Herf de lo que pensaban realmente los cabecillas nazis es la conversación privada que tuvieron Hitler y Joseph Goebbels el 13 de mayo de 1943, consignada en el diario de este último: “El Führer cree que los protocolos sionistas son absolutamente genuinos”.

EL REGRESO DE LOS PROTOCOLOS

Se refiere a los “Protocolos de los Sabios de Sión”, un panfleto antisemita difundido por la Okrana, la policía política del Zar de Rusia, por entregas en un periódico en 1903, y publicada como folleto desde 1905.

Los “Protocolos” relatan un supuesto plan judío para dominar el mundo. La mayor parte del libro es un plagio del “Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu”, un texto escrito por el francés Maurice Joly, en el año 1864, contra Napoleón III. Los zaristas rusos cambiaron los personajes reemplazándolos por los “Sabios de Sión”.

Ese esperpento no sólo era tomado en serio por Hitler y Goebbels. Después del atentado contra las Torres Gemelas, el 11 de setiembre de 2001, fue ávidamente comprado en las calles de Nueva York, la ciudad más cosmopolita del mundo, cuando circuló la especie de que los atentados los habían cometido en realidad los judíos, y no un grupo de fanáticos árabes musulmanes de Al Qaeda.

Un documental de Marc Levin, “Protocols of Zion”, ilustra cómo en Nueva York se propaga la especie de que ningún judío murió en las Torres porque un día antes les avisaron que no fueran a trabajar. En realidad, murieron 400 judíos de las 3,000 víctimas de ese día, como recuerda Umberto Eco. (”¿Dónde está Garganta Profunda?”, 25.11.07, El Comercio). Pero la realidad no interesa a los antisemitas.

OBAMA SIONISTA ADOPTIVO

Jeffrey Herf analiza cómo la propaganda nazi dirigida por Goebbels y Otto Dietrich, el jefe de Prensa del Reich, que trabajaba diariamente al lado de Hitler, remarcaba sistemáticamente que la culpa de los sufrimientos del pueblo alemán durante la guerra la tenían los judíos, que habían provocado el conflicto y que controlaban a Franklin Delano Roosevelt, Winston Churchill y Joseph Stalin.

El odio más feroz de Hitler era dirigido contra el presidente norteamericano. En el discurso en el que anuncia la declaración de guerra a los EEUU, el 11 diciembre 1941, Hitler afirmó que Roosevelt era el causante de la conflagración, y añadió: “Sabemos qué poderes se esconden detrás de Roosevelt. Es el judío eterno.”

La propaganda nazi repitió ese disparate incansablemente. Para justificar esa falsedad, publicaban listas de judíos norteamericanos que supuestamente manipulaban a Roosevelt, el “principal instrumento de la masonería judía”.

Acá en el Perú, un viejo antisemita, César Hildebrandt, ha copiado los artículos paranoicos de Goebbels y Dietrich. Según él, los Estados Unidos están dominados ahora por los judíos. Han convertido a “Barack Obama en un sionista adoptivo”, dice Hildebrandt. El presidente norteamericano está “secuestrado firmemente por los intereses israelíes”. (”Obama y los tiempos oscuros”, La Primera, 13.1.09).

Hildebrandt sólo ha cambiado los nombres: Barack Obama por Franklin Roosevelt; Rahm Emmanuel por Henry Morgenthau; David Axelrod por Bernard Baruch; Bettilu Salzman por Felix Frankfurter. La argumentación es idéntica.

VENENO IDEOLÓGICO LETAL

No todos los que critican al gobierno de Israel son antisemitas, por supuesto. Sería una falacia pretender identificar toda crítica a Israel con el odio irracional a los judíos. De hecho, los judíos dentro y fuera de Israel son muchas veces los más feroces detractores de sus gobernantes.

Pero eso no debe llevar a ignorar el evidente renacimiento del antisemitismo. Es un grave error pasar por alto discursos antisemitas de fanáticos como el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, que quiere destruir Israel y echar los judíos al mar. Ahmadineyad está empeñado en construir una bomba atómica y tiene ya misiles de largo alcance.

Su amigo y socio, Hugo Chávez, lo ha traído varias veces a este continente. Es ingenuo creer que son casuales los discursos antisemitas de Chávez y el ataque a la sinagoga de Caracas.

Como dice Jeffrey Herb, “en la primera década del siglo XXI, el discurso enloquecido del antisemitismo radical y del totalitarismo ha vuelto con distintas expresiones y contextos culturales”. Sería estúpido y criminal dejar pasar otra vez este “veneno ideológico letal”.

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